Hace 100 años vivimos una de las grandes revoluciones colectivas, el desarrollo de autos comerciales, y de ahí la importancia del petróleo como parte de la geoestrategia mundial. Se transformaron la manera de transportarnos, las relaciones humanas, las ciudades y el auto se convirtió en objeto de estatus. Y ahora tenemos una nueva revolución en marcha: el auto eléctrico. Ha entrado en un círculo virtuoso. Uno, el cambio tecnológico, las nuevas baterías (más baratas) pueden tener autonomía de cientos de kilómetros. Dos, un factor económico (que al final prima en las decisiones): estaremos más conscientes de que el combustible será 70 % menos costoso, el mantenimiento casi nulo y el propio vehículo 30 % menos. Tres, la infraestructura de carga, hay proyectos de redes de cargadores ultrarrápidos en las vías. Cuatro, los límites cada vez más estrictos de emisión de CO2, (…) aunque promoverlos en exceso vía regulaciones estatales que afectan las decisiones de mercado es altamente ineficiente.

Los autos no serán ya realmente autos sino plataformas virtuales, aparatos inteligentes sobre ruedas.

Se manejarán solos, y las muertes en las carreteras se reducirán al mínimo (siempre habrá fallas). Y tendremos autos voladores, como en las viejas películas… ¡de los Supersónicos! El uso del vehículo es de una enorme ineficiencia, ¡lo usamos solo el 10 % del tiempo!, por eso en el futuro no se necesitará comprar un coche sino alquilar su uso exacto, y se lo compartirá más. Habrá perdedores: taxistas y otro profesionales, mecánicos tradicionales, agentes de seguros, policías de tráfico, profesores y examinadores de autoescuela, y más... El auto, quizás, ya no será objeto de estatus, habrá que adaptar las mentes (lo cual no es tan fácil).

El uso del vehículo es de una enorme ineficiencia, ¡lo usamos solo el 10 % del tiempo!

Y también hay el futuro en el espacio, empezando por los vuelos comerciales de largo alcance que se harán en órbitas bajas en el espacio… ¿3 o 4 horas para viajar al Asia? Es que los costos han bajado espectacularmente con la irrupción de SpaceX y otros privados. Objetivos. Mantener una base permanente en la Luna e iniciar su explotación comercial, así ciertos minerales podrían ser enviados a la Tierra. O constituirse en la base de lanzamiento de vehículos hacia planetas más alejados. Y hay el plan de enviar seres humanos a Marte (se estima que una colonia de un millón de personas sería autosustentable).

Acompaña la necesidad de desarrollos tecnológicos. Un motor revolucionario alcanzando velocidades hipersónicas de hasta 15 veces la del sonido o drones que llegan ya a 5 veces. O construir un cohete en forma de vela, que se alimentaría por energía solar. Se evalúa un ascensor directo al espacio utilizando cables ultrarresistentes de nanotubos de carbono. Y hay el proyecto de una torre inflable de 12 millas de altura con un ascensor eléctrico en su interior… ¡La creatividad no para!

Nota. Como la semana pasada hablé de responsabilidad empresarial y hoy del transporte, comparto este tuit mío: “Mercados se basan en 2 factores. Derecho: ganar dinero. Responsabilidad: asumir fallas. AMERICAN AIRLINES solo entiende lo primero: vuelos cancelados, información engañosa, 0 compensación a afectados. Letra chica no justifica abusos ¿Sobreviviría sin regulaciones q protegen?”. (O)

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